sábado, 4 de diciembre de 2010

EL CALDERO. Fragmentos del prólogo de C.G.Jung del I.Ching

"El caldero, como utensilio perteneciente a una civilización refinada, sugiere el cuidado y la alimentación de hombres capaces, lo que redunda en beneficio del Estado… Vemos aquí a la cultura en el punto en que alcanza su cumbre en la religión. El caldero sirve para ofrendar el sacrificio a Dios… La suprema revelación de Dios aparece en los profetas y en los santos. Venerarlos, es auténtica veneración de Dios. La voluntad de Dios, tal como se revela a través de ellos, debe ser aceptada con humildad."


"Una vasija en la que se brinda a los dioses las ofrendas sacrificiales, el alimento ritual para nutrirlos. Se concibe a sí mismo como un utensilio de culto destinado a proveer alimento espiritual a los elementos o fuerzas inconscientes ("agentes espirituales") que han sido proyectados como dioses -en otras palabras, destinado a prestar a esas fuerzas la atención que necesitan a fin de desempeñar su papel en la vida del individuo. En verdad, este es el significado primero de la palabra religio: una cuidadosa observancia y consideración (de relegere) de lo numinoso"




"Muy a menudo nuestras relaciones dependen casi exclusivamente de nuestras propias actitudes, si bien podemos no tener conciencia alguna de este hecho. Ocurre así que si un individuo es inconsciente de su papel en una relación, puede que ahí se esconda una sorpresa para él; contrariamente a su expectativa, puede aparecer él mismo como el agente principal, tal como el texto lo indica a veces en forma inequívoca. También puede ocurrir que tomemos una situación demasiado en serio y la consideremos de extrema importancia, en tanto que la respuesta que obtenemos al consultar al Yi Ching dirige la atención hacia algún otro aspecto insospechado implícito en la pregunta. Casos como éste podrían hacer pensar, por lo pronto, que, que el oráculo es falaz. Se dice que Confucio recibió una sola respuesta inapropiada, a saber el hexagrama 22, Lo Agraciado, un hexagrama que en toda su extensión tiene que con lo estético. Esto nos recuerda el consejo dado a Sócrates por su daimon: "Tú deberías hacer más música", a raíz de lo cual Sócrates empezó a tocar la flauta. Confucio y Sócrates compiten por el primer puesto en lo que se refiere a sensatez y a una actitud pedagógica frente a la vida; pero es poco probable que ninguno de los dos se ocupara de "conferir gracia a la barbita de su mentón" como lo aconseja la segunda línea de ese hexagrama. Desgraciadamente, la sensatez y la pedagogía a menudo carecen de gracia y encanto, y así es posible que, después de todo, el oráculo no se haya equivocado"

"El sujeto de este hexagrama es alguien que tropieza en su ascenso con toda suerte de vicisitudes, y el texto describe la forma en que debería conducirse. El Yi Ching se encuentra en la misma situación: se eleva como el sol y se da a conocer, pero es rechazado y no halla confianza: se lo ve "progresando pero apesadumbrado". Sin embargo, "uno obtiene gran felicidad de su antepasada". La psicología puede ayudarnos a dilucidar este pasaje oscuro. En los sueños y en los cuentos de hadas, la abuela, o antepasada, a menudo representa al inconsciente, ya que éste contiene en el hombre el componente femenino de la psiquis. Si el Yi Ching no es aceptado por la parte consciente, por lo menos el incosciente lo acepta a medias, y el Yi Ching está más estrechamente conectado con el inconsciente que con la actitud racional de la conciencia. Dado que el inconsciente a menudo aparece representado en los sueños por una figura femenina, tal puede ser la explicación en el caso presente. La persona femenina podría ser la traductora que ha brindado al libro sus cuidados maternales, y esto muy bien podría parecerle al Yi Ching una "gran felicidad". El Yi Ching anticipa la comprensión general, pero teme ser mal usado: "Progresa como una comadreja". Pero está atento a la advertencia:"No te tomes a pecho ganancia y pérdida". Permanece libre de "móviles no imparciales"."

"El Yi Ching insiste de un extremo a otro de su texto en la necesidad del conocimiento de sí mismo. El método que servirá para lograrlo está expuesto a toda clase de abusos; de ahí que no esté destinado a la gente inmadura y de mente frívola; tampoco es adecuado para intelectualizantes y racionalistas. Sólo es apropiado para gentes pensantes y reflexivas a quienes les place meditar sobre lo que hacen y lo que les ocurre- predilección que no debe confundirse con el morboso y rumiante cavilar del hipocondríaco. Como he señalado más arriba, no tengo respuesta para la multitud de problemas que surgen cuando tratamos de armonizar el oráculo del Yi Ching con nuestros cánones científicos aceptados. Pero, ni falta decirlo, nada "oculto" puede deducirse por raciocinio. Mi posición en estas cuestiones es pragmática, y las grandes disciplinas que me han enseñado la utilidad práctica de este punto de vista son la psicoterapia y la psicología médica. Probablemente en ningún otro campo tenemos que habérnoslas con tantas incógnitas, y en ninguna otra parte nos acostumbramos tanto a adoptar métodos que resultan operantes aun cuando por largo tiempo acaso ignoremos por qué son operantes. Pueden darse curas inesperadas ocasionadas por terapias cuestionables, e inesperados fracasos ocasionados por métodos presuntamente seguros. En la exploración del inconsciente nos topamos con cosas sumamente extrañas, de las que el racionalista se aparta con horror, asegurando luego que no ha visto nada. La plétora irracional de la vida me ha enseñado a no descartar nada jamás, aún cuando vaya contra todas nuestras teorías (de tan breve perduración en el mejor de los casos) o bien no admita ninguna explicación inmediata. Esto, naturalmente, resulta inquietante, y uno no sabe con certeza si la brújula está apuntando bién o no; pero la seguridad, la certidumbre y la paz no conducen a descubrimientos. Lo mismo ocurre con este método chino de divinación. Es obvio que la finalidad del método es el conocimiento de sí mismo, aun cuando en todas las épocas también se lo ha usado en un sentido supersticioso".

"Yo, por supuesto, estoy absolutamente convencido del valor del autoconocimiento, pero ¿tiene algún objeto recomendar semejante introvisión cuando los hombres más sabios a través de las edades han predicado sin éxito su necesidad? Aun para la mirada más prejuiciosa resulta obvio que este libro representa una larga exhortación a una cuidadosa indagación de nuestro propio carácter, actitud y motivaciones. Esta posición encuentra resonancia en mí y me indujo a emprender el prólogo. Antes, en una sola ocasión había manifestado algo en relación con el problema del Yi Ching: fue en un discurso conmemorativo en homenaje a Richard Wilhelm. Fuera de esto, he mantenido un discreto silencio. No es nada fácil percibir cuál es nuestro propio camino para penetrar en una mentalidad tan remota y misteriosa como la que subyace en el Yi Ching. No se puede dejar de lado sin más a espíritus tan grandes como Confucio y Lao Tse, por poco que uno sea capaz de apreciar la calidad del pensamiento que ellos representan; mucho menos es posible pasar por alto el hecho de que el Yi Ching constituyó para ambos su fuente principal de inspiración. Sé que anteriormente no me hubiera atrevido a expresarme en forma tan explícita sobre una cuestión tan incierta. Puedo correr el riesgo porque estoy ahora en mi octava década y las cambiantes opiniones de los hombres ya apenas me impresionan; los pensamientos de los viejos maestros tienen para mí mayor valor que los prejuicios filosóficos de la mente occidental".


"Sometí dos preguntas al método de azar representado por el oráculo de las monedas; la segunda de ellas, después de haber escrito mi análisis de la respuesta a la primera. La primera pregunta estuvo dirgida, por así decir, al Yi Ching: ¿qué tenía que decir sobre mi propia acción, es decir sobre la situación en que yo era la persona actuante, la situación descrita por el primer hexagrama que obtuve? A la primera pregunta el Yi Ching respondió comparándose con un caldero, una vasija ritual que requiere una renovación, una vasija que solo contaba con una dudosa atención por parte del público. La respuesta a la segunda pregunta fué que yo había caído en una situación dificil, ya que el Yi Ching, representaba un foso profundo y peligroso lleno de agua, en el que uno podía fácilmente atascarse en el fango. Sin embargo, resultó que el foso era un viejo pozo que solo requería ser renovado para que se lo pudiera usar nuevamente con fines útiles.
Estos cuatro hexagramas tienen unidad temática en lo fundamental (vasija, foso, pozo) y, en lo que concierne a su contenido intelectual, parecen tener sentido. Si un ser humano hubiese dado tales respuestas, yo, como psiquiatra, habría tenido que declararlo mentalmente sano, por lo menos sobre la base del material presentado. Por cierto que no hubiera sido capaz de descubrir ningún elemento de delirio, idiotez o esquizofrenia en las cuatro respuestas. En vista de la extrema vejez del Yi Ching y de su origen chino, no puedo considerar anormal su lenguaje arcaíco, simbólico y florido. Por el contrario hubiera tenido que felicitar a esta persona hipotética por el alcance de su percepción de mi inexpresado estado de duda. Por otro lado cualquier persona de mente aguda y flexible puede dar vuelta toda la cuestión y mostrar cómo he proyectado mis contenidos subjetivos sobre el simbólismo de los hexagramas.
Semejante crítica aunque catástrofica desde el punto de vista de la racionalidad occidental, no afecta la función del Yi Ching. Por el contrario, el sabio chino me diría sonriendo: " ¿No ve usted lo útil que es el Yi Ching, al hacer que usted proyecte sobre ese abstruso simbólismo pensamientos hasta ahora inadvertidos? Usted podía haber escrito su prólogo sin advertir para nada la avalancha de mal entendidos que el mismo podía desencadenar".




"Como si fuera una parte de la naturaleza, espera hasta que se lo descubra. No ofrece hechos ni poder, pero para los amantes del autoconocimiento, de la sabiduría- si los hay- parece ser el libro indicado. Para alguno su espíritu aparecerá tan claro como el día; para otro, umbrío como el crepúsculo; para un tercero, oscuro como la noche.
Aquel a quien no le agrade no tiene por qué usarlo, aquel que se oponga a él no está obligado a hallarlo verdadero.
Dejémoslo salir al mundo para beneficio de quienes sean capaces de discernir su significación."  C.G.Jung
   

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