Las Anthesterias constituían un "culto mistérico cruento" cuyo protagonista era Dionysos, a quien Homero dedica también uno de sus himnos . El mito de Dionysos es complejo e intenso. Su núcleo está en el despedazamiento del dios, presentado como un niño "divino" ( con cuernos como el dios Pan) rodeado de serpientes, devorado por las fauces de los Titanes, quienes hirvieron sus pedazos en una caldera, mientras un granado brotaba de la tierra donde había sido derramada su sangre; pero Rea (Cibeles) reconstruyó sus miembros y así vuelve a nacer, como en el mito de Osiris cuyo cuerpo destrozado también es reconstruido por Isis. Dionysos nace también dos veces: de su madre y del muslo de su padre.
El culto dionisíaco se extendió rápidamente por Grecia y todo el mediterráneo, África, Asia central, encontrando vestigios incluso en India. En analogía a los misterios Eleusinos ( en honor de la tríada Hécate-Demeter-Perséfone), los misterios Dionisíacos consistían en una celebración ritual para llevar al "iniciado" a un estado alterado de conciencia, que le permitira "ver" y esa visión es lo que le transformará. Ambos misterios son , sobre todo, nocturnos aunque la gran diferencia es que en los misterios dionisíacos inicialmente solo estaba permitida la asistencia de mujeres.
En la mitología griega las Ménades son seres femeninos divinos estrechamente relacionados con el dios Dionysos, Baco para los romanos.
Se sabe que el nombre Dionysos puede derivar de las palabras sánscritas Deva-nahusha, "el dios renovador" . Las primeras ménades fueron las "ninfas" que se encargaron de la crianza de Dionysos, que posteriormente fueron poseídas por él, y quien les inspiró una locura mística.
En la Grecia primitiva existió una sociedad de mujeres, llamadas "Ménades", en referencia a la primigenias Menades del mito, que se "formaban" de iniciación en iniciación. Esas iniciaciones se hallaban vinculadas, en su origen, con los cultos a las grandes divinidades femeninas: Artemisa, Afrodita, Athenea, Deméter, las herederas de la Gran Diosa Madre del mundo antiguo , diosas de la naturaleza, la agricultura , la salud y los ciclos vitales…diosas de la sabiduría y la belleza, y también diosas vírgenes acompañadas de fieras, dominando la naturaleza salvaje.
Todas ellas se acercan progresivamente y paralelamente al culto a Dionysos. Los pocos textos que describen a las mujeres que asistían a los misterios dionisíacos dicen que "el ritual iba acompañado de danzas frenéticas, acompasadas por la flauta, que pronto llevaban a las bailarinas al estado de trance y éxtasis, con la boca abierta, la nuca doblada, todo el cuerpo tenso y echado atrás, en estado de "posesión". Seguían una procesión, a la luz de antorchas, a través de zonas boscosas. Las iniciadas y las de mayor experiencia llevaban la "nébrida", piel de cervatillo, animal sacrificado en el curso de alguna iniciación anterior" . También está descrito que algunas de esas iniciaciones exigían un tiempo de retiro en el bosque durante el cual las futuras iniciadas eran sometidas a pruebas.
Esto las contrapone a las Bacantes o Basarides, mujeres mortales que emulan muy posteriormente a esas antiguas Ménades, que se dedican al culto de Dionysos. No hay unanimidad, sin embargo, en estas acepciones. En muchas fuentes Ménades y Bacantes son sinónimos, entendiéndose incluso por Bacante la acepción latina de Ménade.
Literalmente Ménades puede traducirse por "las que desvarían". Se las conocía como "mujeres en estado salvaje y de vida enajenada con las que era imposible razonar" . Se decía de ellas que vagaban en bandas rebeldes o Thiasoi por las laderas de las montañas. Los misterios de Dionysos, el dios de la vida , el misterio y la intoxicación, las llevaban a un frenesí extático. Dicen que "se permitían dosis de violencia, derramamiento de sangre, sexo, intoxicación y desenfreno" Se las representa pictóricamente a menudo ataviadas con coronas de hojas de vid, vestidas con pieles de cervatillo, llevando el Thirsus, (del griego Thyrsoi, una vara con una piña en la punta y adornada con hiedra u hojas de vid) y danzando en el mundo salvaje. Se supone también que "llegaban a practicar en su éxtasis el esparagmos o desgarro de sus víctimas en trozos tras lo que ingerían su carne cruda".
Tanto las matronas como las doncellas subían en procesión a un monte solitario y durante unos días, sin contacto con hombre alguno, se lanzaban a un desenfreno místico sostenido por la ingesta de alcohol y/o plantas alucinógenas. Las madres que amamantaban aún a bebés no podían asistir.
El rito mistérico primitivo contenía muchos elementos salvajes y arcaicos, como despedazar a pequeños animales vivos y comerlos. Pero también mucho contenido de liberación erótica. Eurípides cuenta que "pasaban noches enteras bailando desnudas, excitadas en un éxtasis no sólo alcohólico". Se suponía que dichas prácticas fomentaban la fertilidad, y las matronas ,que ejercían de sacerdotisas, proporcionaban alcohol y otros tóxicos a las mas jóvenes. Los rumores maledicentes ( probablemente propiciados por algunos esposos griegos contrariados) afirmaban que las mujeres que participaban en los misterios dionisíacos recorrían los bosques insinuándose y lastimando a los hombres que encontraban. La danza de las ménades era el rito central de las ceremonias.
Todo ello tenía como objetivo que las mujeres obtuviesen el «entusiasmo» (que etimológicamente significa la "entrada de Dios") facilitando así que el espíritu del dios entrara en la iniciada. Las mujeres que creían que habían hecho el amor con Dionysos se consideraban afortunadas y protegidas.
Puede suponerse que las fiestas llamadas "agrionias" , de Beocia, eran quizá parte de las bacanales, ya que es muy sugerente el hecho de que también de ellas se diga que en ellas "se comía carne cruda". Las "agrionias" consistían en unos pequeños "misterios", en los que también sólo participaban mujeres. Éstas se congregaban de noche y aparentaban buscar al dios; al no encontrarlo, decían que estaba con las Musas. Acto seguido, las devotas iniciaban una orgía -baile, bebida e ingestión de carne sin cocinar-. Al término de este banquete ritual, se procedía a la revelación del contenido de los enigmas, quizá jeroglíficos sagrados procedentes del lugar de origen del dios, que formaban parte del repertorio litúrgico de los misterios.
“Sacerdotisas, magas, seductoras y sacrificadoras sanguinarias de víctimas humanas, tenían sus santuarios en valles salvajes y remotos. ¿Por qué encanto sombrío, por qué ardiente curiosidad, las mujeres eran atraídos a esas soledades de vegetación lujuriante y grandiosa? Formas desnudas, danzas lascivas en el fondo de un bosque..., risas, gritos y las bacantes se liberaban". En la estricta sociedad griega, en donde el papel femenino era casi el del nivel del esclavo, las esposas y viudas griegas tenían un único espacio propio en donde no se sometían a nadie: Los misterios Dionisíacos.
Esos mismos rumores críticos decían que "las bacantes domesticaban leones y panteras que hacían aparecer durante sus fiestas, amamantando a fieras pequeñas ; negandose a cocinar comían frutos del bosque y carne cruda…y al anochecer, con serpientes enroscadas en los brazos, se postraban ante la triple Hécate; después, en rondas frenéticas, evocaban al Dionysos subterráneo, de doble sexo y cabeza de toro".
El misterio y el secreto también infunden temor, así , para no ser vigiladas y espiadas se decía : "!!desgraciado del extraño, desgraciado del sacerdote de Júpiter o de Apolo que venga a espiarnos! Será descuartizado!!”.
En cuanto al rito o la "amenaza" de despedazar animales, pudiera ser que fuera una representación de la historia de Dionysos devorado por los Titanes. Según la leyenda mitológica este hecho permitió a los titanes tener una chispa de divinidad dionisíaca.
La celebración dionisíaca tenía lugar, tanto en Grecia , como mucho después en Roma, en una primera etapa ("Pequeñas fiestas dionisíacas") de diciembre (Rústicas) a febrero (Leneas), para culminar con las "Grandes Dionisíacas" en el plenilunio de la primavera europea, durante el mes de marzo. La culminación de ese culto dionisíaco tardío cambió notablemente, puesto que incluyó ya a hombres y mujeres y consistía, como en Eleusis, en una procesión y ceremonial en donde se "actuaba" la visión de la unión de la pareja mística constituida por Dionysos (o el sacerdote que lo representaba) y la esposa del rey de Atenas , Basillinna, tal como lo cuenta el mismo Aristóteles en su tratado sobre "La constitución de Atenas" . También Eurípides, en Las Bacantes, alude a esa visión luminosa, cuando después de hablar de las Ménades como "enfurecidas por el fuego divino", hace exclamar al Coro: "¡Ya veo!...¡Luz en las tinieblas!".
La celebración del culto mistérico de las Anthesterias en Roma,se conserva particularmente en los Annales, escritos por el historiador romano del siglo segundo antes de Cristo, Tito Livio.
Había anualmente numerosas fiestas y celebraciones en honor del dios. Las fiestas llamadas "Haloas" tenían lugar en Eleusis y en Atenas, y se celebraban en honor de Deméter (diosa de la agricultura), de su hija Koré-Perséfone, y de Dionysos, también Hades , esposo de Koré. Se ignora en qué consistían y cómo se desarrollaban, pero sin duda señalan la vinculación de Deméter y Dionysos.
Dionysos, en los cultos esotéricos de Tracia, de Frigia y de la misma Hélade, era uno de los dioses del mundo infernal Dionysos-Hades, donde reinaba con su esposa Koré, hija de Deméter. Por ese aspecto del dios, se le conmemoraba en las libaciones fúnebres.
Junto al culto mistérico de Dionysos, se desarrollaron también otros cultos, particularmente el de Orfeo, cuyo mito se funde con el de Dionysos, hasta el punto de que los rituales "órficos" tenían como protagonista "mistérico" a Dionysos. Se supone que dichos rituales no desaparecieron completamente y se mantuvieron en la clandestinidad hasta bien entrada la Edad media , ya que se han encontrado imagenes en cerámicas y pinturas medievales representando a las Bacantes. Partiendo de esta reflexión mitológica no nos resultará muy difícil observar que la descripción de la conducta de las Brujas y la celebración de un "Aquelarre", no difiere en exceso con la supuesta conducta de sus antepasadas las Bacantes.